Oculto Viral
Jul 19, 2025Por: Lcdo. José Efraín Rodríguez Agosto
Psicólogo | Escritor | Comunicador | Conferencista
Infidelidad visible en el lente de la “Kiss Cam”.
El momento captado por la Kiss Cam en el concierto de Coldplay—donde el CEO Andy Bryron fue sorprendido con una empleada,— no solo se volvió viral: desató una conversación global. Pero más allá del escándalo mediático, esta escena revela algo más profundo: una infidelidad pública que expone heridas privadas. Lo que captó la cámara es resultado de lo que ocurrió antes de ser captados. El precedenet suele ser invisible: desconexión emocional, vacío afectivo, y asuntos no resueltos.
- Adrenalina del coqueteo y la conquista
La infidelidad raras veces comienza en la cama. Casi siempre comienza en una mirada sostenida demasiado tiempo, un mensaje oculto, una conversación que se desliza al plano emocional. La adrenalina de sentirse deseado, “el rush” del coqueteo, alimenta zonas cerebrales relacionadas con la recompensa, como señalan Neave y Ward (2017). Esa sensación placentera y adictiva puede llevar a personas emocionalmente insatisfechas a buscar en otros lo que no cultivan en casa: atención, validación y novedad. Lo cual no justifica la traición.
- Del deseo a la caída: entre tentación y elección
La infidelidad no es un accidente, es una cadena de decisiones. Santiago 1:14‑16 lo describe con claridad: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado…”. Las conductas mal adaptativas —como la infidelidad— no comienza con el acto, sino con la seducción interna, con el descuido de los límites, con la ilusión de que “no pasará nada”. Pero pasa. Y duele.
- El divorcio emocional
Muchos creen que la infidelidad nace de un deseo sexual irrefrenable. Pero los estudios de Allen et al. (2005) y Fincham & May (2017) muestran que la mayoría de las personas infieles buscan afecto, comprensión y sentirse vistos, más que placer físico. La infidelidad es muchas veces la consecuencia de un divorcio emocional silencioso, donde la pareja dejó de nutrirse mutuamente, pero siguió conviviendo como si nada. Esto tampoco valida la acción del engaño.
- Sexo no es igual a conexión
El cuerpo puede tener sexo sin amor. El alma, no. Confundir intimidad con deseo lleva a relaciones vacías. Yetis-Bayraktar et al. (2023) muestran que la infidelidad emocional duele más que la sexual, porque rompe la conexión profunda con la pareja. Aunque se propone la terapia del perdón, no siempre se logra la reconciliación. La vinculación sexual y la infidelidad emocional, cuesta mucho repararla.
- La amante también se hiere
Sin justificarla, es necesario hablar de la amante. Muchas veces es decretada como la villana, pero suele caracterizase por una mujer con su propio vacío, que busca sentirse elegida, validada, amada. Repito, no es validación, pero la “otra” termina siendo usada, desechada y emocionalmente herida. Esther Perel (2018) describe cómo las terceras personas en una infidelidad muchas veces también sufren, porque entraron en un juego donde pensaban ganar amor, y terminan perdiendo dignidad.
- El dolor se multiplica: todos pierden
Una infidelidad no solo rompe una promesa; rompe personas. Afecta al cónyuge, a los hijos que presencian el colapso familiar, y también al infiel, que muchas veces termina con culpa, vacío y autodesprecio. La infidelidad crea un dolor en cadena.
- Mentira, privacidad y doble vida
Una cosa es la necesidad de espacio personal en una relación. Otra, muy distinta, es la privacidad como disfraz de la mentira. Ferron y McNulty (2017) encontraron que ocultar vínculos emocionales bajo el argumento de la “vida privada” es uno de los factores clave en la ruptura de la confianza.
- Infidelidades repetidas: una señal de destrucción
Una infidelidad puede romper una relación. Varias, la destruyen por completo. Cuando la traición se vuelve patrón, el vínculo pierde su base: la confianza. El perdón es un camino posible, pero no obligatorio. La Palabra no llama a soportar la destrucción emocional indefinidamente. Jesús mismo en Mateo 19:9 habló del adulterio como causal de divorcio. El amor no implica aceptar lo inaceptable. Separarse puede ser un acto de sanación, no de rebeldía.
- Cuando perdonar ya no basta
Perdonar no siempre significa continuar. Hay relaciones que, pese al perdón, no pueden ni deben seguir. Cuando la traición es reiterada, manipuladora o cínica, la separación es un acto de amor propio y dignidad. El matrimonio es sagrado, pero no una prisión. Dios es un Dios de restauración, no de repetición de abusos emocionales bajo la apariencia de espiritualidad.
- ¿Cómo detectarla y prevenirla?
Síntomas tempranos:
- Evasión emocional.
- Vínculos fuera de la pareja que se tornan secretos.
- Justificación excesiva de conductas ambiguas.
Prevención:
- Fomentar espacios de conexión afectiva y espiritual.
- Hablar de emociones, no solo de logística.
- Restaurar los votos afectivos cada día.
Reparación:
- Cortar por completo el vínculo con la tercera persona.
- Confesar sin justificar.
- Buscar apoyo terapéutico y espiritual.
- Sanar el vínculo desde la verdad, el dolor y la decisión de reconstruir.
Ese esena captada en la “Kiss Cam” no fue el comienzo de la infidelidad, sino el final de una cadena de decisiones invisibles. Cada acto visible tiene una raíz oculta. La fidelidad no es perfección, es lucha, vigilancia, conexión y amor con propósito. La infidelidad visible solo expone lo que ya estaba roto en lo íntimo. Pero el daño va más allá: rompe vínculos, fragmenta almas, y deja cicatrices. No se trata de justificar el engaño ni de condenar sin redención, sino de llamar al arrepentimiento real, a la restauración con integridad o, si no es posible, a sanar mediante una separación con sentido, con fe y con firmeza.
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